Nuestra Historia: El Alma de la Mesa 19
Toda gran historia tiene un comienzo, y la nuestra no nació en una sala de juntas, sino en los recuerdos de una infancia compartida. Mi nombre es Raúl Vega, y junto a mi amigo de toda la vida, Iván Gómez Portugal, soñamos y creamos lo que hoy es Mesa 19. Nuestra amistad es de esas que se forjan entre juegos y secretos, un lazo tan fuerte como el de dos hermanos, heredado de nuestros padres, que también fueron grandes amigos.
Las Raíces: "La Posta de Maricopa"
Para entender Mesa 19, primero hay que viajar en el tiempo a "La Posta de Maricopa". Durante treinta años, esta misma casa en la colonia Nápoles no fue nuestra, sino el santuario gastronómico de Doña Yola Canal, la madre de Iván. Ella, originaria de Asturias y con un don innato para la cocina, era el alma del lugar. La Posta no era un restaurante cualquiera; era un espacio a puerta cerrada, un secreto a voces para artistas, políticos y conocedores que buscaban una experiencia auténtica. No había letreros llamativos, solo una puerta que, al tocar, se abría a un mundo de sabores españoles y hospitalidad sin igual.
El Corazón del Hogar: La Mesa de los Amigos
Dentro de ese bullicio cálido y familiar, junto al corazón del restaurante —la cocina de Doña Yola—, existía una mesa que lo significaba todo: la número 19. No era la mejor ubicada, ni la más elegante, pero era la más codiciada. Era la mesa de los amigos, el lugar donde, después de cenar, los clientes más queridos se sentaban a charlar con Yola, a compartir un trago y a alargar la noche entre risas y confidencias. Era el epicentro de la comunidad, el lugar donde las relaciones se cocinaban a fuego lento, como sus mejores platillos. Esa mesa era el símbolo de todo lo que representaba La Posta.
La Transición: De un Sueño a Otro
El tiempo pasó, y La Posta de Maricopa cerró su ciclo. La casa quedó en silencio, pero sus paredes seguían impregnadas de historias. Arriba, donde hoy celebramos nuevos comienzos, se encontraba una biblioteca colosal con más de 12,500 libros y una colección de casi 700 cuadros. Durante casi un año, Iván y yo nos dedicamos a una tarea titánica pero hermosa: vaciar ese universo de historias para dar paso a un nuevo sueño. Los libros fueron donados, el arte encontró nuevos hogares, y el espacio quedó listo.
En 2012, la idea original no era un negocio. Era algo mucho más personal. Siendo yo sommelier e Iván un chef apasionado que había heredado el talento de su madre, queríamos recrear nuestro propio rincón de amigos. Un lugar privado para nosotros, para cocinar, para experimentar, para abrir buenos vinos y simplemente disfrutar de la vida.
El Nacimiento de Mesa 19
Lo que comenzó como nuestro club particular, pronto se corrió de boca en boca. Los amigos traían a otros amigos, y todos quedaban fascinados con el concepto: un lugar íntimo, exclusivo, casi clandestino, donde la comida y la bebida eran espectaculares. Fuimos pioneros en el concepto speakeasy sin siquiera proponérnoslo, simplemente seguíamos la tradición de "a puerta cerrada" de Doña Yola.
El proyecto creció orgánicamente. El éxito fue tal que nos dimos cuenta de que teníamos algo especial entre manos, algo que merecía ser compartido. Decidimos profesionalizarlo, pero sin perder jamás esa esencia que le dio origen: la sensación de estar en casa, de ser parte de un círculo íntimo. El nombre era obvio, un homenaje a ese rincón de La Posta que nos inspiró: Mesa 19.
Hoy, aunque mi socio y hermano Iván ha emprendido una nueva aventura en Sao Paulo, el espíritu de Mesa 19 sigue intacto. Hemos sumado el talento de chefs extraordinarios como Jorge Téllez y Alejandro Medina, quienes entienden y enriquecen nuestra filosofía. Seguimos siendo ese espacio donde la puerta se abre no solo a un evento, sino a una experiencia.
Mesa 19 es la herencia de una amistad, el legado de una chef inolvidable y la celebración constante del placer de compartir. Es la prueba de que las mejores cosas de la vida siempre suceden alrededor de una mesa.

